Tradicionalmente, una de las mejores formas de enseñanza es la basada en metáforas. En esta ocasión quiero traer a colación la fábula “La Rana que no sabía que estaba hervida”, de Olivier Clerc:
“Imagina una cazuela llena de agua, en cuyo interior nada tranquilamente una rana. Se está calentando la cazuela a fuego lento. Al cabo de un rato el agua está tibia. A la rana, esto le parece bastante agradable, y sigue nadando.
La temperatura empieza a subir. Ahora el agua está caliente. Un poco más de lo que suele gustarle a la rana. Pero ella no se inquieta, y además el calor siempre le produce algo de fatiga y somnolencia.
Ahora el agua está caliente de verdad. A la rana empieza a parecerle desagradable. Lo malo es que se encuentra sin fuerzas, así que se limita a aguantar, a tratar de adaptarse y no hace nada más.

La Rana que no sabía que estaba hervida
Así, la temperatura del agua sigue subiendo poco a poco, nunca de una manera acelerada, hasta el momento en que la rana acabe hervida y muera sin haber realizado el menor esfuerzo por salir de la cazuela.
Si la hubiéramos sumergido de golpe en una cazuela con el agua a 50 grados, de un solo salto ella se habría puesto a salvo, saltando fuera del recipiente.”
¿Qué conclusión podemos sacar de esta historia?
En nuestras vidas, en algunas ocasiones, nos podemos sentir tan cómodos que dejamos de tomar iniciativas. Al no tomar iniciativas, estamos renunciando a gobernar nuestro futuro, como un barco en una plácida deriva. Es lo que se llama “vivir en la zona de confort”
Cuando surgen cambios en nuestra vida (y SIEMPRE HAY CAMBIOS), puede llegar un momento en el que la reacción llegue DEMASIADO TARDE.
¿Qué quiere decir procrastinar?
Es la acción o hábito de retrasar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes o agradables (definición tomada de Wikipedia)
La rana prefiere no actuar, dejando los cambios para más tarde. Podemos decir que al principio no los percibe, pero cuando estos cambios ya son más notorios prefiere procrastinar, esto es, no tomar ninguna iniciativa para movilizar a la acción, para salir de su zona de confort.
¿Qué podemos hacer para que esto no suceda?
Es muy fácil. Solo hay que hacer dos cosas:
- Márcate una meta. Y si es muy lejana ponte “metas volantes” que te acerquen a tu destino final. Mientras no sepas hacia dónde vas… se cocina la sopa de rana.
- Una vez marcada la “hoja de ruta” actúa y deja de procrastinar.
Si pensamos en las oraciones y promesas pérdidas de la rana, antes de que el agua hierva escuchemos a John Denver Poems Prayers and Promises
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Me parece muy interesante, ay! abandonar la zona de confort no siempre es fácil y menos cuando no se tienen metas y objetivos. Gracias por compartirlo y un abrazo
Muchas gracias por tu comentario. Desde luego que no es fácil abandonar la zona de confort. Si fuese sencillo salir de ella no la llamaríamos zona de confort. En el esfuerzo está la recompensa.
Efectivamente, pienso que la clave es el objetivo
Muy cierto amigo,muy lindo ese lema,EN EL ESFUERZO ESTA LA RECOMPENSA 😉😉😉muy acertado.
Más vale esforzarse en salir de la olla que acomodarse y morir en ella. Muy amables tus palabras MariLuz. Un saludo
De la zona de confort solo se sale sin vida !!! Qué bueno el artículo y que fácil lectura…!!!
Muchas gracias por tu aportación, Noemí. Es cierto, la rana salió de su zona de confort … muerta.
Intento que las entradas sean fáciles de leer y tu apreciación me anima seguir.
Genial ! Gracias Luis
Me alegra mucho que te haya gustado. Un abrazo, Isabel
Lo único que no cambia es el cambio 🙂
Muy buena frase, Gonzalo. Todo consiste en cambiar y cambiar.
Si estar situado en la zona de conformidad es muy agradable sobretodo cuando uno no tomaba las decisiones, sino los demás hay es la clave pero para mucho que nunca hemos tomado decisiones la antojado por nosotros aun es peor y salir de ese laberinto es realmente difícil de todas formas gracias por el ejenplo
María del Carmen, en primer lugar muchas gracias por comentar. Ena segundo lugar siempre es difícil tomar decisiones. Y las tomamos a diario, pues dependemos relativamente poco de los demás. Incluso dejar que otros decidan por nosotros es una decisión que tomamos. Incluso un niño pequeño toma decisiones (al principio poco trascendentes) sobre qué deporte practicar, qué música escuchar o qué pedir
O que pedir para comer. Pensar que no tomamos decisiones es dejar en los demás la responsabilidad de que decidan nuestras vidas.
Seguro que, María del Carmen, has tomado muchísimas decisiones a lo largo de tu vida. No te dejes quemar como la rana!!!
Feliz domingo y un abrazo.
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Muchas gracias por compartir la entrada. Es un honor para mi. Un abrazo